De la romántica Viena a la nueva Serbia
Desde que oí hablar a los compañeros de la ECF (European Cyclist Federation) de los progresos en la ruta EuroVelo 6 o Ruta de los Ríos, deseaba hacer este viaje. Y con Nacho encontré la oportunidad.
Comenzamos la ruta en Viena, donde él terminó hace dos años. Compartimos Viena – Belgrado la primera quincena de julio. Luego él seguiría la ruta hasta el maravilloso delta del Danubio durante la segunda quincena del mes.
Éste es un río enorme que da vida a las ciudades por las que atraviesa y ofrece distintas visiones según los lugares. Nacho y yo disfrutamos las diferentes construcciones arquitectónicas sobre el río, y numerosas facilidades para los ciclistas.
Muchos de vosotros habréis visitado Viena, Bratislava, Budapest, alguna ciudad de Croacia y Belgrado. Los compañeros hablan de la forma tradicional de hacer turismo en ellas. Pero llegar pedaleando a estas ciudades es una sorpresa, es dejar los tranquilos pueblos y carreteras para sumergirse en la burbujeante urbe. Me sorprendió Budapest, miles de coches iban y venían por la ciudad, no obstante, entre ellos, se movían numerosos ciclistas que también iban y venían a sus quehaceres.
Y no faltaban las infraestructuras ciclistas, por pequeño que fuera el pueblo. Nos agradó disfrutar la cultura ciclista de los lugareños en casi todas las poblaciones que atravesamos. No esperábamos este uso tan masivo de la bicicleta, para ir con los amigos, a comprar, a hacer gestiones, etc. Eso te lo imaginas por el norte de Europa, no por el este.
En ocasiones disfrutamos recónditos paisajes de pescadores, hallados por casualidad y buscando un lugar para comer al aire libre.
Muchos de vosotros habréis visitado Viena, Bratislava, Budapest, alguna ciudad de Croacia y Belgrado. Los compañeros hablan de la forma tradicional de hacer turismo en ellas. Pero llegar pedaleando a estas ciudades es una sorpresa, es dejar los tranquilos pueblos y carreteras para sumergirse en la burbujeante urbe. Me sorprendió Budapest, miles de coches iban y venían por la ciudad, no obstante, entre ellos, se movían numerosos ciclistas que también iban y venían a sus quehaceres.
A veces nos entreteníamos en los pueblos y ciudades visitándolos, por lo que íbamos demasiado tranquilos. Pero nunca nos preocupaba, siempre encontrábamos un transporte para llevar nuestras bicis y recorrer los kms. que nos faltaban según nuestra planificación.
Y no faltaban las infraestructuras ciclistas, por pequeño que fuera el pueblo. Nos agradó disfrutar la cultura ciclista de los lugareños en casi todas las poblaciones que atravesamos. No esperábamos este uso tan masivo de la bicicleta, para ir con los amigos, a comprar, a hacer gestiones, etc. Eso te lo imaginas por el norte de Europa, no por el este.
Entre Komarno y Esztergom (Hungría) cogimos varios ferrys, siguiendo las vías ciclistas que zigzagueaban de un lado a otro del Danubio.
Y por supuesto, visitamos las capitales que baña el Danubio: Viena, Bratislava, Budapest, Belgrado y Bucarest.
En ocasiones disfrutamos recónditos paisajes de pescadores, hallados por casualidad y buscando un lugar para comer al aire libre.
Atravesamos frondosos y tranquilos parques naturales y de cuando en cuando veíamos algún águila, casi podíamos tocarlas, tan próximas estaban.
Escrito por: Pilar Rivero (PEDALIBRE)